martes, 19 de junio de 2018

Vergüenza internacional

Hoy tuve la oportunidad de ver algunos vídeos de esos que a uno lo hacen sentir muy mal, de esos que te dan ganas de meter la cabeza en un hoyo en la tierra para que nadie te vea y no volverla a sacar jamás. Es vergüenza ajena, vergüenza propia, vergüenza nacional, vergüenza con el mundo...

Estamos en la fiebre del mundial y aunque desde muy niño he tenido mis motivos para no darle bola a la selección (mundial de Francia 98, EE.UU. 94, Italia 90...) hoy me levanté temprano para ver el partido de Colombia - Japón con mis compañeros de oficina, de esos compromisos sociales que adquieres para no pasar por antipático. Al final, Japón 2 - 1 Colombia, nada que hacer, otra vez la decepción, las caras largas y a trabajar como si nada, pero ese no es el tema de este post.

El tema de este post surge por lo que pasó después del partido y que para evitarme el malestar de narrar hechos tan bochornosos, prefiero resumir con los vídeos a continuación:









Esas son de esas cosas que pasan y te ponen que no sabes que pensar, ni que decir. La idea de publicar esto, no es denigrar de mi país ni decir que los extranjeros son mejores por X o por Y. Tampoco escribo con el objetivo de decir que las situaciones presentadas en los dos vídeos son excepcionales y que no representan la rica cultura colombiana. El objetivo de este post es llamar la atención de cualquier compatriota (y de paso a todos los latinoamericanos) que por cualquier motivo lleguen a mi blog, acerca de lo grotesco de la situación. Hoy, los japoneses nos han dado una lección de cultura, de urbanidad, de decencia, de civismo, de convivencia, de respeto, de humildad y de higiene que no deberíamos olvidar.

Es cierto que los colombianos somos conocidos en el resto del mundo por nuestra alegría y nuestra jocosidad; sin embargo, hay situaciones y actitudes que definitivamente deberíamos reevaluar. De nada sirve que cuando suene el "Oh gloria inmarcesible" cantemos con el pecho henchido e hinchado de orgullo y la mano sobre el corazón, si ese orgullo patrio no lo demostramos con nuestro comportamiento.

Por ahora, solo me queda pedirle excusas al mundo en mi nombre y en el de mis compatriotas.



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