Un día decides echarte a caminar, avanzar por un sendero de yerbas marchitas sin rumbo fijo, marcharte sin buscar nada, sin decir nada, sin un objetivo trazado, sin una meta, sin haber fijado un destino, decides echarte a caminar solo por caminar, acompañado únicamente por tu sombra y el viento frío que roza tu cara. Has dejado abandonada la mochila de sueños que llevabas contigo siempre a la espalda, porque sientes que ya no la necesitas, tus sueños y esperanzas son como herramientas rotas que ya no son útiles para resolver los problemas de la vida. Has decidido largarte, sin ninguna prisa, pero sin detenerte ni mirar atrás. Ya no tienes nada que perder, solo el tiempo que te quede para llegar a tu desconocido destino. Ya no hay lágrimas que derramar, el gesto de risa fingida ha desaparecido de tu boca, ya no te detienes a pensar en el porque de tu propia indiferencia, ya no lamentas nada, ni esperas nada del mundo, ahora caminas solo por caminar, como un autómata que hace las cosas por simple impulso. Estás rendido, pero no lo lamentas, no te entristece, ya no eres quien, ahora solamente estás. Ya no te quejas del abandono, ya no te provoca fastidio el mundo, ya no deseas, ya no piensas, ya no sueñas, ya no sientes, ya no quieres, ya no esperas, ahora solo caminas. Tus sentimientos y tus recuerdos fueron relegados a un baúl abandonado del que perdiste la llave sin saber donde; el silencio se ha convertido en la única melodía que escuchan tus oídos, la risa y el placer son solo conceptos abstractos relegados a un pasado lejano, ahora solo caminas sin saber porque. Pronto las fuerzas empezarán a abandonar tu cuerpo, pronto tus pasos se harán más cortos y más lentos, pronto empezarás a arrastrarte por el mismo rumbo por el que caminas ahora, sin embargo, decides seguir, pues es lo último que le queda a un alma vagabunda y solitaria que lo ha perdido todo y solo le queda continuar.
07 de noviembre de 2016.
Un buen texto que refleja perfectamente lo que es la anhedonia, la pérdida de la capacidad de sentir placer, hasta de vivir. En su día los 7 pecados capitales eran ocho. El pecado olvidado era la acedía, esa tristeza de ánimo, apatía, el pesar de vivir. Saludos!
ResponderBorrarVaya, pues hoy he aprendido algo nuevo entonces. Muchas gracias por tu visita y por tu comentario David. Un abrazo.
BorrarSinceramente, es un buen texto.
ResponderBorrarSin embargo ...
Bueno, es complicado hablar de perder las ganas de todo.
Buen texto Andrés. No me gusta la verdad, pero está bueno.
Bueno pequeña Susurros, es un texto que tenía para publicar ya hace algún tiempo. Gracias y un abrazo a ti también.
BorrarUn relato inquietante por lo que cuenta, por como lo cuenta. Te ves arrastrada a ese caminar lento y seguro hacia la nada.
ResponderBorrarUn besillo.
Un besote de vuelta para vos María, me alegra mucho leer tus palabras de nuevo.
BorrarUna forma de dejarse ir en solitario, cuando ya nada te importa en el mundo. Un abrazo
ResponderBorrarSi María del Carmen tienes razón. Abrazo de regreso para ti.
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