miércoles, 23 de junio de 1993

El burro Juez




El grajo es un ave negra, pequeña que canta muy feo, y el mirlo un pájaro muy hermoso que trina lindamente. El grajo sostenía que su voz valía más que la del mirlo. Una vez el grajo y el mirlo se encontraron y empezaron a discutir sobre este asunto. El grajo seguía afirmando que él cantaba mejor que el mirlo. Como las otras aves se riesen de aquella pretensión, la ruidosa matraca de plumas chilló furiosa:

- Nada de burlas. Esta es una cuestión muy seria que debe ser decidida por un juez. El mirlo canta, yo canto y por sentencia se decidirá quien es el mejor cantor. ¿De acuerdo?

- De acuerdo, piaron las aves. Pero ¿quién ha de servir de juez?

Estaban discutiendo este punto cuando rebuznó a lo lejos un burro.

- Ni pedido de encargo, exclamó el grajo. El burro es juez de gran autoridad para juzgar acerca de la música, porque ningún animal posee orejas de tal tamaño. Invitémoslo a que decida el caso.

El burro aceptó el papel de juez y fue a situarse en el centro de los competidores.

- Empecemos, ordenó el burro.

El mirlo dió un saltico, abrió el pico y cantó. Cantó como sólo cantan los mirlos, es decir, haciendo oír los trinos más melodiosos y límpidos. El juez miraba y escuchaba atentamente.

- Ahora yo, dijo el grajo, dando un paso al frente.

Y abriendo el pico, hizo oír la matraca de sus graznidos, como para romper los oídos de los mismos sordos.

Terminada la prueba, el juez, golpeando la mesa con el martillo de madera y sacudiendo las orejas, dijo en alta voz:

- Fallo en favor de don grajo, pues canta mejor que el mirlo.
- ¡Burro tenía que ser! comentó para sus adentros la concurrencia que presenciaba el espectáculo.
- El burro nace, burro muere, pensó el búho.
- Los burros somos nosotros, comentó un canario, que aceptamos como juez a ese animal estúpido de orejas largas.


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