Tres diablillos de coloridos trajes y zapatos de tela,
tocan una intrigante melodía en el alfeizar de mi ventana.
Acordeón, violín y saxo, forman un conjunto singular de acordes sin par.
con los diablillos danzando y zapateando al compás de su propia música,
con la alegría, la nostalgia y la magia entremezclándose en una sola emoción.
Inmóvil miro sin ver, con los ojos somnolientos y tirado en mi cama,
ensimismado en mis propios pensamientos,
con el polvo acumulándose por todas partes a mi alrededor,
en la penumbra de este frío cuarto, mientras los diablillos tocan y bailan.
Su alegre presencia es una burla a mi indiferencia;
y mientras un viejo ratón, de bigotes largos y sombrero copetón,
dormita fumando de un narguile a su medida, recostado en una hamaca,
que ha tendido en la biblioteca, llena de libros que alguna vez leí
una araña flacucha de patas largas, teje su red con parsimonia,
para convertir en merienda vespertina, a la mosca que perezosa vuela por la cocina.
La tarde pasa lenta y yo continúo consumido en mi ensoñación,
tratando de ignorar y prestando nula atención
a los tres diablillos que alegres, tocan melodías extrañas y bailan ebrios,
en el alfeizar de la ventana de mi habitación.
Julio de 2018
No hay comentarios.:
Publicar un comentario