Llega ese momento de la vida, en el que un cambio de año, no implica un cambio real. Atrás queda la esperanza efímera de que con la llegada de un año nuevo todo va a cambiar, atrás queda esa infantil e inexplicable euforia que producen las fiestas decembrinas y no es que no haya alegría, porque la hay, pero ahora se limita a una sonrisa satisfactoria y cariñosa para los seres queridos, un sentimiento de serenidad y paz, ajeno a la emoción colectiva. Porque te das cuenta que 31 de diciembre o 01 de enero, es solo una fecha más en el calendario, que comer doce uvas a la media noche o usar ropa nueva no altera el curso normal de la vida y que la expectativa por el cambio de calendario, se ve opacada nuevamente, por el regreso a la rutina. Llega un momento de la vida, en el que nos damos cuenta, que la felicidad no yace en el movimiento periódico de las manecillas de un reloj, si no en la paz del alma y en poder disfrutar de la presencia de los seres queridos.
Feliz año nuevo, feliz mes que empieza, feliz amanecer.
Buena reflexión. ¡Feliz año! Un abrazo.
ResponderBorrarGracias María, feliz año para ti también.
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