martes, 22 de junio de 2021

El retiro

El hombre miró con nostalgia los documentos de su jubilación antes de firmarlos, llevaba treinta años en la compañía y aunque ya era hora de descansar, estaba seguro de que extrañaría su rutina diaria. Después de firmar y despedirse de la directora de recursos humanos, salió al pasillo listo para regresar a casa. Ya había pasado la despedida emotiva y los abrazos decorados con buenos deseos de parte de sus compañeros, la mayoría de ellos, eran demasiado jóvenes para entender su nostalgia. Su escritorio ya estaba vacío y su taza, su cuaderno, sus lapiceros y su portarretratos con la foto de sus hijos cuando aún eran niños, yacían en una caja de cartón que había llevado a casa el día anterior.

Recorrió el corredor de camino al parqueadero reparando como las Durantas ya no se veían tan verdes y brillantes como lo habían estado años atrás; quizás era porque don Jorge, el jardinero que las había cuidado con más esmero, se había retirado varios años antes que él. Iba meditando sobre ello y sobre el paradero de cada uno de los compañeros con los que había compartido y que ya no estaban en la compañía, cuando la vio, ahí, donde siempre, llamativa y provocadora como la había visto desde su primer día de trabajo.

Intentó aguantar la tentación por el miedo al qué dirán, pero había deseado hacerlo desde que la vio por primera vez. Miró a todos lados para comprobar que no había nadie alrededor. La mano le temblaba mientras la estiraba y un sudor frío corría por su piel, mientras su corazón latía desbocado por la mezcla de emoción y nervios que tenía.

Primero se permitió el placer de acariciarla suavemente y luego la apretó con toda la fuerza de su mano, para finalmente echar a correr hacia el parqueadero, con una sonrisa dibujada en los labios y toda la velocidad que sus cansadas piernas le permitían, mientras el personal de la empresa salía de sus dependencias confundido y asustado, con la alarma contra incendios sonando de fondo.

22 de junio de 2021.



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