Este terrible dolor que me atormenta no es algo que se haya desarrollado poco a poco, no tuvo tiempo de incubar y de ser así, ha sido el mal más sigiloso que haya sentido jamás (o que pueda llegar a sentir). Pero no, este dolor simplemente me despertó una noche, llegó sin avisar, me atrapó descuidado e indefenso entre los brazos de los sueños y ya nunca me dejó otra vez.
Intrigante es saber que el único sentimiento que supera al dolor es el temor de desamparar a mis seres más queridos, pero peor aún, es que a veces ese miedo se parece mucho a la certeza.
25 de febrero de 2022
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