domingo, 9 de agosto de 2015

La Cárcel

Ya llevaba mucho tiempo encerrado en esa prisión; ¿cuánto? no sabía a ciencia cierta, días, semanas, meses o años quizás. Poco recordaba del mundo exterior, de hecho sólo su nombre y algunos detalles de sus seres queridos permanecían en su mente. Ocasionalmente oía alguna voz que le susurraba distante e ininteligible entre las tinieblas. No sentía su cuerpo, era como si fuera un ente flotante en un mundo oscuro y silencioso que se veía interrumpido en ocasiones por los susurros que le llamaban. No sentía hambre, cansancio, sueño ni dolor, ni siquiera podía razonar bien; solamente estaba ahí, flotando en el silencio y la oscuridad. Pero inevitablemente llegó ese momento en el que una luz apareció y a pesar del miedo que le producía no pudo evitar dirigirse hacía ella; mientras sus padres, hijos y esposa lloraban junto a su cama en la habitación de aquel hospital, después de decidir desconectarlo del aparato que le daba vida artificial.

Agosto de 2015.


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