domingo, 15 de marzo de 2015

Un libro interesante

Sentada en la parada del colectivo en la estación, reflexionaba acerca de los últimos días vividos en Rosario. Un viaje a Santafé era la oportunidad perfecta para reiniciar su vida y olvidar todo lo ocurrido en ese último año. Sólo cuando el colectivo aparcó para que se subieran ella y los otros cuatro pasajeros que esperaban con sus tiquetes en la mano notó a aquel tipo delgado y de lentes que la miraba fijamente con ánimos de iniciar conversación. Sacó su teléfono y se puso los auriculares, mientras le daba al play en una canción al azar, con la única intención de evitar interactuar con aquel hombre desconocido que no dejaba de mirarla.

Se adelantó a subir al vehículo que estaba vacío para el viaje de esa noche, buscó uno de los puestos de atrás, justo sobre las ruedas, se sentó junto a la ventana y puso su valija en la silla de al lado para evitar ser molestada por cualquier espontáneo que quisiera sentarse en la silla vecina. Al momento de arrancar, pudo ver con el rabillo del ojo al hombre de los lentes que se acercaba arrastrando los pies a las sillas de la parte trasera, mientras no le quitaba los ojos de encima. Sofía suspiró molesta mientras el tipo se sentaba en la misma hilera de sillas, al otro lado del pasillo. “Será un viaje largo” pensó, mientras sentía sobre ella la mirada de aquel extraño.

Trató de dormir; descansar para olvidarse del mundo era lo que necesitaba; dejar atrás todo aquello que la mortificaba, todo eso que la hacía salir huyendo queriendo borrar el pasado. Eran poco más de las siete de la noche a mediados de Julio y aunque intentaba consolar el sueño no lo conseguía a causa del frío y la mezcla de incomodidad y curiosidad que le generaba el tipo sentado con la luz encendida a poca distancia.

Sin saber bien en que momento, Sofía se encontró a sí misma espiando de soslayo a aquel hombre de lentes que ahora aparecía absorto en un libro sin prestarle a ella la más mínima atención. A Sofía siempre le habían interesado los tipos a los que les gustaba leer; pocas cosas habían que le pareciesen más llamativas, sin embargo lo que más le intrigaba era saber cuál era el tema de aquel libro que tenía atrapado con tanta devoción al desconocido de los lentes y que había logrado que dejara de mirarla.

Lo que al principio era simple curiosidad con el paso de los minutos se fue transformando en una pequeña obsesión para Sofía, que miraba con descaro al hombre preguntándose por el contenido del libro del que poco alcanzaba a ver. Por su cabeza pasaban gran cantidad de hipótesis y preguntas mientras trataba de adivinar observando los gestos en el rostro de aquel sujeto. Las expresiones del hombre pasaban del asombro a las sonrisas maliciosas, de la incomodidad al interés y de la sorpresa a la indiferencia, pero no despegaba los ojos de aquellas páginas sin percatarse de la mirada insistente de Sofía.

De ese modo pasaron las tres horas de viaje hasta que el hombre visiblemente cansado apagó la luz sobre él, pocos minutos antes de llegar a Santafé. Cuando estaban por bajarse en la estación, el hombre de los lentes se paró y miró a Sofía con gesto de querer decir algo, pero al instante se detuvo sonrojado. Sofía que no estaba dispuesta a perder esa oportunidad de poner conversación, sonrió apartándose un mechón castaño del rostro y le dedicó un tímido “hola”, a lo que el tipo de los lentes respondió con una sonrisa forzada y le dio la espalda para marcharse visiblemente abochornado. Sofía, sintiéndose frustrada y en un arrebato de indignación le preguntó, levantando la voz algo más de lo debido:

-   Che ¿Querés decirme algo?

El hombre dudó por un instante antes de girarse a responderle, la miró más avergonzado que antes con los colores cambiándole por todo el rostro y lo único que atinó a decir entre un tartamudeo fue:

-   No, solo quería entregarte esto… lo perdiste cuando esperábamos el colectivo…

Ante la sorpresa y vergüenza de Sofía que veía como aquel hombre se introducía una mano temblorosa en la chaqueta para ofrecerle su propio diario.

Marzo de 2015



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