domingo, 9 de agosto de 2015

Viernes 13 de agosto de 2010, en la noche

Viernes 13 de agosto de 2010, en la noche

Un par de cosas curiosas me han ocurrido hoy; no he caído en cuenta del significado del viernes 13 hasta que he vuelto a abrir mi diario para seguir escribiendo aunque eso son solo supersticiones y yo no soy supersticioso, además soy sacerdote ¡Dios!, pero al salir y cerrar con llave la puerta de mi apartamento ha empezado a lloviznar y a tronar muy fuerte, la brisa helada que me obligó a cerrar los ojos me hizo dudar por un momento de mis intenciones de ir hacia el templo. Pero lo que llamó aún más mi atención, fue el joven de traje blanco y chaqueta vino tinto, que me observaba desde la otra acera como si yo le debiera dinero, miré hacia el lote baldío de al lado de la casa, para ver si había alguien más, un autobús de ruta local pasó entre nosotros sin detenerse y cuando pude observar nuevamente la otra acera el joven ya no estaba ahí.

Al llegar a la enorme catedral ubicada a un lado de la plaza, entré por el pasillo central hasta llegar al altar y de inmediato escuche una voz conocida proveniente de mi derecha que me decía:

– ¡Sebastián, amigo!
– ¡Padre, Samuel! –Respondí yo–
– Es un gusto saludarte de nuevo hombre.
– Lo mismo digo.
– Ha pasado largo tiempo ¿no?
– Poco más de cinco meses… o tal vez más, lo cierto es que ya perdí la cuenta.
– He hablado con Raúl por teléfono hace rato y me ha dicho que te ha ido a recoger al aeropuerto como habíamos quedado desde el principio, pero no te llamé porque pensé que querrías descansar.
– Hizo usted muy bien padre, dormí como una piedra y he salido a dar un paseo.
– Y ¿cómo te fue en los últimos meses?
– Me ha ido como Dios quería que me fuese, además estoy de regreso y de las experiencias aprendí mucho, es una situación difícil la de esa pobre gente allá ¿sabe?
– Desde que aceptaste ir para allá, sabías que no iba a ser fácil.
– Claro que sí, pero uno no puede evitar impresionarse, después de todo sigo siendo un ser humano ¿No?
– Claro que si Sebastián, al final somos tan humanos como cualquiera.

Luego siguió una conversación, de la que quiero omitir detalles ya que fue la típica conversación que pueden tener dos amigos que no se ven hace tiempo, hasta que le pedí al padre Samuel que me confesara. Luego de oír mi confesión, él me habló más que como un amigo, como un sacerdote aconsejando a un fiel cualquiera:

– Lo que me cuenta es muy grave –Dijo– Pero muchos nos hemos visto asaltados por la duda alguna vez, a mí también me ha sucedido hace tiempo. Te recomiendo que dejes de escribir un tiempo; al menos, no escribas para el periódico, he visto los últimos artículos que han publicado acerca de tu visita a Haití y han sido muy desgarradores.
–Y eso que sólo han sido cuatro, hay algunos que no tienen nada que ver, créame que todavía hay mucho por contar. –Dije tratando de disimular mi tristeza–
– Pero han sido más que suficientes, además deberías descansar un poco y ponerte al día con otros asuntos. Yo  te diría que te tomes un buen periodo de descanso.
– Y me lo voy a tomar, al menos ese es el trato.
– Eso está muy bien y no te aflijas, la duda también hace parte de la fe, ya que cuando esta pasa, fortalece las bases de la misma, lo malo es dejarse invadir por ella. Ahora ¿Sabes que debes hacer no?
– Claro.
– Entonces, te dejo para empezar la eucaristía, ¿Te quedas?
– Por supuesto.

No participé como sacerdote si no como un fiel más en la primera banca del centro del templo. Fue una eucaristía a la que asistió muy poca gente. En mi banca solo se encontraban un par de ancianas y un hombre que estaban rezando el rosario desde temprano y en las bancas de más atrás unas cuantas personas que asistían a las misas de conmemoración de la muerte de sus familiares. Me sentí extraño, además de que las palabras del padre Samuel, eran exactamente lo que esperaba oír y no es un secreto para nadie que esas palabras de aliento y de ánimo la mayoría de las veces molestan más de lo que ayudan, ahora sé cómo se sienten las personas a los que aconsejo y doy ánimos cuando se sienten afligidos. Después de la eucaristía, Me despedí del padre Samuel y de una joven sobrina suya llamada Laura (de la que no sé porque tengo la impresión de conocerla perfectamente a pesar de no haberla visto antes) y me vine a mi casa. Por ahora no voy a escribir más ya que no se nada más que escribir y deseo irme a la cama temprano.




6 comentarios:

  1. Me gusta.
    Es raro un texto donde haya un sacerdote con dudas, irónico, fumador y analista.
    ;)
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    1. Los sacerdotes son seres humanos, tan humanos como cualquiera, deberías saber eso ;)

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  2. Veo que este párroco no se anda con chiquitas... Ala, me canso de escribir y ahí os quedáis con cara de lelos XD

    ¿Y quién sería el del traje que le observaba? ¿Y va y desaparece sin más? ¿Una ilusión? Mmmm Habrá que seguir leyendo, aunque por ahora lo dejo, seguiré más adelante :D

    ¡Un abrazote fuerte, Andrés! Y disfruta del domingo, que a ti te quedan más horas que a mí... T-T jeje Ciiiaaoooo

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    1. jajajaja, es un poco gruñón Sebastián, pero ahí va. Un abrazo enorme para vos también y si, ahora me queda mucho más del domingo pues me cambié de país... XD

      Nos leemos pronto ;)

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  3. Te has cambiado de país?? Bueno, pues te deseo toda la suerte del mundo en tus nuevas andaduras!! ^^ Feliz semana!

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    1. Si Carmen, ahora ando en Guatemala trabajando por tres meses, a mi Colombia sólo podré regresar hasta diciembre. Muchas gracias por los buenos deseos, linda semana para vos también.

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