miércoles, 13 de abril de 2016

Reflexión para cuando un amor se va

Un día te levantas y te das cuenta que la persona que estaba a tu lado ya no lo está más, que ya no tienes a nadie que te acompañe a calentar las mantas frías de tu habitación, y que las palabras que te motivaban para continuar con aquello que tenías pendiente ya no las volverás a escuchar. Es posible que esa persona haya encontrado a alguien más, que ahora el dueño de sus sonrisas sea otro y que tu ya solo seas un recuerdo comprometedor entre las cosas que debe resolver.

Pero no es el momento para reclamar; no molestes, no insistas, no preguntes por que. Sonríe, recoge tus recuerdos más bellos y guárdalos en aquel cajón que usaste tantas veces en el pasado. No guardes rencor por algo que ya no vale la pena, entiende que pocas cosas duran para siempre y muchas ni siquiera duran lo suficiente para que puedas reaccionar. Deja que el ave vuele y no te conviertas en una jaula para su libertad.

Permite que te guarde como un bonito recuerdo, alguien que de forma grata jamás pueda olvidar, levanta el rostro, respira profundo, brinda en su nombre con una copa de vino y continúa tu camino. Reconoce tus errores, no culpes, no juzgues, ya que nadie es perfecto, mucho menos tu o esa persona que se está alejando. No digas nada acerca de los mensajes jamás contestados, no reproches su indiferencia, guarda tu dolor, da un paso al costado, regalale un beso en la frente, sonríele, deséale éxitos y déjale marchar.

Si quieres y puedes llorar, hazlo, las lágrimas limpian el alma y aquellas que no son derramadas a tiempo se convierten en un veneno tan potente que te puede matar de amargura y rencor; sin embargo, no te quedes llorando, recuerda que los cántaros quebrados no se reconstruyen con el llanto y tus lágrimas nada van a cambiar. Vive tu vida, camina y déjala marchar en paz.

Marzo de 2015


2 comentarios:

  1. Difícil lo pones, en verdad... pero sabios consejos son. Mejoraría el mundo.
    Un saludo

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    1. jejeje, muchas gracias por tu comentario y por la visita Isidoro. Saludo de vuelta.

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