domingo, 1 de marzo de 2015

El misterio de Aguas Verdes Capitulo V


La reunión se había alargado mucho más de lo que resultaba cómodo para el sargento, la tensión al interior de esa calurosa oficina resultaba difícil de soportar para la mayoría de los presentes y solo el señor Correa parecía completamente tranquilo. Indirectamente Ríos y sus hombres ya habían aceptado hacer el trabajo y después de que Correa les dijo lo que estaba dispuesto a pagarles solo se oyó el ruido del inútil ventilador de techo que que parecía que en cualquier momento iba a caer sobre las cabezas de los presentes y un largo silbido por parte de López mientras los demás se miraban incrédulos.

– ¿Eso para cada uno? –Preguntó Vélez con desconfianza–
– Por supuesto, agente ¿de qué otra forma sería? –Respondió Correa entrelazando los dedos–
– Vaya, ese es el salario de seis meses de cualquier activo –Interrumpió López, mientras los demás permanecían en silencio mirando a Correa–
– De verdad que está usted interesado en deshacerse de esa cosa, sea lo que sea –Añadió el sargento– Por lo visto es algo que lo tiene de verdad preocupado.
– Si, lo estamos –Interrumpió el teniente Medina, mientras miraba una de las fotos distraído–
– Lo estamos – Añadió Correa– por eso necesitamos que se haga un buen trabajo, estamos en sus manos señores.
– Bien, supongamos que vamos a hacer el trabajo; díganos Correa, ¿qué tanto sabe usted sobre esa cosa?, porque algo debe saber ¿no?

Correa meditó por un momento con las manos cruzadas antes de responder, se veia que estaba haciendo un esfuerzo por recordar todos los detalles posibles mientras los policías miraban con detenimiento todas y cada una de las fotos haciendo muecas de desagrado y asombro alternativamente; luego Correa prosiguió:

Básicamente, solo poco más que los de la universidad. El animal hace ya un buen tiempo que anda merodeando por ahí, desde que empezaron a pasar cosas raras ha sido hecho conocido por los campesinos y la gente que vive entre las montañas. Ocasionalmente atacaba animales de granja, un cerdo, una oveja, una cabra tal vez o un caballo. Lleva ya un par años molestando; la verdad no sabría decirle desde hace cuánto pero hace un buen tiempo ya. Las personas que trabajan para mí, tienen prohibido hablar de eso; nunca he querido que atraigan a los curiosos, entenderán ustedes que eso no conviene para mis intereses. Los campesinos por lo general van a quejarse conmigo cuando tienen problemas con sus animales y como imaginarán yo siempre trato de que queden satisfechos, ellos pierden un animal y yo se los devuelvo al doble o al triple de lo que valía, así que igual salen ganando. Sin embargo, aunque no hablen de eso con la gente del pueblo o con algún entrometido que asome sus narices por mis tierras, toda la gente de la zona conoce el rumor de la bestia que ataca a los animales. Entre la gente de la zona algunos dicen que es el Mohán, otros el Chupacabras y muchos otros rumores que van de aquí para allá de boca en boca; yo personalmente siempre me incliné a pensar que era un jaguar, un puma, un oso o algo similar, todavía quedan algunos de esos bichos por ahí; sin embargo yo ya no estoy tan seguro de eso. La verdad es que nunca me había causado mayores problemas como para preocuparme. Aunque nadie lo ha visto de cerca sí que lo hemos oído, fuerte y claro como los puedo oír a ustedes en este momento y créanme, no es un animal común y corriente. Hace ya un tiempo, unos hombres me pidieron permiso para bajar hasta una quebrada cercana a mis terrenos, decían que de ahí cerca venían los rugidos que se escuchaban sobre todo al atardecer, pero no encontraron nada. Incluso no es nada raro que alguien baje por ahí de vez en cuando, hasta ahora nunca le había pasado nada a nadie.

– Usted dice que nunca había pasado nada ¿a qué se refiere?
– Nunca nadie lo había visto, porque nunca había atacado a las personas, pero lo del niño… es una lástima. Es extraño, sea lo que sea, parece que esta alterado por algo.
– El niño –Interrumpió Ríos mientras los demás escuchaban con atención– ¿quién era?
– El hijo de uno de mis trabajadores –Respondió Correa, dando un sorbo a su bebida– En parte eso es lo que me está complicando más las cosas, los padres del chico se pasan pidiéndome que haga algo y no quiero que vayan por ahí soltando la lengua.
– ¿Y ellos tampoco vieron a la criatura?
– No, como les dije nadie lo ha visto de cerca; algunos dicen haberlo visto a lo lejos, pero no creo que sean más que rumores y sugestión. Ninguna pista concreta, huellas hay pocas o la gente que vive allá arriba no sabe buscar, igual no me interesa que ningún “experto” se asome por ahí, excrementos raros nunca se han visto, lo único extraño y eso que es algo reciente son los rastros de esa baba amarilla que deja, eso y el olor... es algo de verdad asqueroso.

Vélez y los demás se miraron por un momento como queriéndose preguntar algo los unos a los otros, hasta que el sargento tomó la palabra de nuevo:

– ¿Y quiénes son los que irán con nosotros?
– No se preocupe por eso sargento, son dos buenos chicos, gente de mi confianza, son solo muchachos de la zona que necesitan algo de dinero extra, pero no son malas personas –Respondió Correa mientras le lanzaba una mirada a Estrada– Aquí el agente ya los conoce ¿no es verdad?.
– Si, –Respondió Estrada con gesto serio– yo mismo voy a enseñarles un par de cosas, aunque lo que van a hacer realmente es guiarnos por la montaña.
– Que sean de su confianza no me interesa –Respondió Ríos con sequedad– eso lo asumo, el problema es que no son de mi confianza; eso es lo que realmente me preocupa.
– No se preocupe Ríos –Interrumpió Medina– si nos limitamos a hacer lo que debemos hacer, todo saldrá bien.
–  Que fácil decirlo para quien se queda aquí abajo, esperando a que los demás trabajen ¿no mi teniente? –Inquirió Ríos–

Mientras Vélez, Castro y López miraban al teniente con el ceño fruncido y los puños apretados, El teniente le lanzaba una mirada amenazadora al sargento, estaba a punto de formarse una discusión cuando Interrumpió Correa y preguntó:

– Ya sargento, ya. ¿Hay algo más que deseen saber?
– Si –Interrumpió López– usted dice que el animal o lo que sea vive en las montañas, pero lo que nos atacó a nosotros estaba al otro lado del pueblo, en la zona plana, cerca de la quebrada.
– Si, eso lo sé –Respondió Correa– resulta que esa quebrada que pasa por el sitio por donde fueron atacados ustedes, es la misma que baja de la montaña, cerca de mis terrenos. La verdad cuando oí la noticia, no puedo negar que me alegré un poco porque creí que me había librado de esa cosa, pensé que la atraparían, la matarían y asunto arreglado, pero días después un par de ovejas aparecieron destrozadas cerca de mis predios, después ocurrió lo del niño; luego ni el ejército ni los de la universidad obtuvieron resultados. Menos mal, aunque los investigadores de la universidad recorrieron parte de la quebrada, no siguieron hasta la parte alta de la montaña, tratar de subir por ahí siempre es algo riesgoso y complicado, solo llegaron hasta cierto punto y se centraron en la zona donde pasó lo de sus compañeros.

Ríos que había tomado nuevamente la foto del niño para mirarla, la arrojó sobre el escritorio de Correa y con gesto de preocupación preguntó:

– Está bien, asumamos que la criatura que nos atacó es la misma que anda por sus terrenos ¿por qué está usted tan seguro de que solo hay una? ¿quién dice que no son más?
– Yo no estoy seguro de eso sargento, los contrato a ustedes para que me libren de la bestia que anda merodeando por mis tierras y estoy dispuesto a pagar muy bien por ello, pero en caso de que sea más de una… creo que estamos en serios problemas.

2 comentarios:

  1. Interesante, sí señor. Ya está a punto de comenzar la cacería, aunque esa última frase... "...en caso de que sea más de una..." Como haya más de esas cosas, ¡lo van a pasar mal de verdad! Jujuju ¡qué ganas de saber qué pasará!
    ¡Hasta la próxima! :)
    ¡Un abrazo!

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    1. Muchas gracias Carmen, me gusta mucho que te agrade. ¡¡Un abrazo grande para vos!!

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