domingo, 24 de julio de 2016

Lecciones básicas de carpintería emocional

Franco se acercó a su amigo, al verlo deprimido y moviendo la cabeza empezó a hablarle:

- Necesitás salir con otra chica -Le dijo- No podés seguir así.
- ¿Con otra chica? ¿Para qué?

Franco, que tendía a la impaciencia, le palmeó el hombro a su compañero y se lo apretó mientras le respondía con una sonrisa maliciosa.

- ¿Para que va a ser? No podés, quedarte así toda la vida; ya sabés lo que dicen, "Un clavo saca a otro clavo"

El otro, que por un momento se ausentó en el vacío de sus pensamientos, se limitó a hacer una mueca amargamente y a responder:

- Hablando de clavos, ven, dame una mano con algo en lugar de estar hablando insensateces.
- ¿Insensatez? vamos hombre, sabés que es cierto, lo que necesitás es una buena moza que te haga pensar en otra cosa, y yo te tengo unas que están de padre y señor, -Decía Franco juntando las yemas de los dedos y moviendo la mano frente a la cara- vamos esta noche un par de tragos...
- Si, si, si, lo que digas, pero ahora vení a ayudarme con esto.

El amigo de Franco se dirigió al garaje casi que ignorando su invitación, por lo que a Franco no le quedó más opción que seguirle. Al llegar ahí, lo que encontraron fue un viejo mueble de madera lleno de polvo y telarañas entre un montón de trastos viejos.

- ¿Qué hacemos acá? -Preguntó Franco con cara de asco-
- Necesito que me echés una mano con algo, ya te dije.
- No me jodas, te invito a conocer nenas y a tomarnos unos tragos ¿y vos me vas a poner a limpiarte el chiquero que tenés acá?
- Hombre no, o bueno si, un poco, -Respondió el otro divertido- Pasa que necesito arreglar este mueble para usarlo en la habitación de arriba.
- Ajá y....? -Inquirió Franco levantando una ceja-
- Es muy sencillo, lo único que tenés que hacer, es ayudarme a moverlo de aquí y con el martillo sacar este clavo que está acá, ¿lo ves?, mientras tanto yo voy organizando el resto del cuchitril, eso es todo.
- Me estás jodiendo ¿cierto?, ese clavo está hasta el fondo.
- Hombre si, pero mirá, por este otro lado de la tabla, alcanza a asomar la punta, lo único que tenés que hacer, es, con mucho cuidado, clavar otro clavo en dirección opuesta y así lo sacás, eso no te va a tomar mucho tiempo.
- A ver...

Pusiéronse los dos hombres a laborar sobre el mueble y mientras Franco pasaba trabajos para sacar el dichoso clavo, su amigo lo miraba de soslayo y sonreía de vez en cuando.

- ¡Mierda!, -Exclamó Franco de repente- Se atoró el otro puto clavo.
- A ver, -Respondió su amigo examinado el trabajo- vamos que no es tan grave, ya está fácil de sacar.
- ¿Fácil? ¿Qué no ves que se atoró el otro y se está torciendo?
- Hombre que si, ponele otro clavo, ahí justo al lado de ese y los sacás los dos facilito.
- Pero si serás pelotudo, ¿cómo le voy a clavar otro clavo?
- Hombre dale que estoy ocupado acá en esto otro, pasa que necesito quitar ese clavo de ahí, esa tabla es muy importante porque es la tabla central del mueble y necesito hacerle otras reparaciones.
- Pero, si es la tabla central, voy a terminar arruinándotelo.
- Que no, que no seas necio. Al final igual lo voy a cubrir con algo de masilla, lo pinto, un poco de barniz y va a quedar como nuevo.
- Pero si le ibas a poner masilla, me hubieras dicho desde el principio y no me hubiera puesto a joder con el puto clavo.
- Hombre, deja de quejarte que ya está de un hilo, colaborame con eso.

A regañadientes, Franco siguió intentando sacar el clavo, poniendo un tercero e incluso un cuarto, mientras sudaba, bufaba y su amigo lo miraba divertido. De repente, lanzó un insulto al aire y empezó a quejarse de nuevo, debido a que uno de los clavos se había torcido sobre otro,  y otro de ellos se había partido, imposibilitando todo el trabajo.

- ¿Ves? te lo dije, está todo jodido.
- Es cierto -Dijo el amigo de Franco sonriendo- Esa tabla era el corazón del mueble y ahora está toda arruinada. ¿Ves como un clavo no saca a otro clavo?, porque al final, lo único que obtenés es una tabla echada a perder, llena de agujeros y un montón de clavos atorados, partidos y doblados en todas partes.





10 comentarios:

  1. Muy buen relato, sirve de metáfora para el corazón jajjaja. Un abrazo

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Si, esa era la idea María. muchas gracias por pasar a visitarme. Abrazo de vuelta.

      Borrar
  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. O.o ¡Santa madre! señorita Susurros...

      Besote grandote para usted!

      Borrar
    2. Jajajaja, ¿y por qué? mal pensada usted que no sé que se estará imaginando... ^_^

      Borrar
  3. ¡Qué bueno! Me ha encantado. está claro que un clavo no saca otro clavo, por mucho que diga el refrán.
    Un besillo.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Y lo peor es que se atoran María, jaja, gracias por pasar y comentar, beso de vuelta.

      Borrar
  4. Hermosa narración y un título excelente. Con una sentida moraleja, aunque los clavos, en ocasiones, se oxidan. Saludos

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Tiene razón usted David, con aquello de que los clavos se oxidan, de hecho, a veces es mejor dejar que se oxiden y se caigan solos, aunque ello puede tomar mucho más tiempo. Muchas gracias por pasar y comentar. Saludos.

      Borrar